martes, 28 de octubre de 2014

1 de Noviembre

Cómo es bien sabido, el día uno de noviembre, es el día del terror por excelencia. Se celebra en muchos países de diferentes formas con costumbres muy dispares entre sí.

En los pueblos la gente mayor,sabía que esa noche era la noche de los muertos en donde las almas de los difuntos vagaban por este mundo terrenal. Por tanto tenían que ser precavidos, cautos y estar preparados para cualquier imprevisto.

Este pequeño relato, sucede durante esta festividad. En la noche de los difuntos nadie se atrevia a salir de su casa por la noche por lo que pudiesen encontrar o pasar.

Un hombre joven llamado Jose, que era uno de los terratenientes mas pudientes de aquel pueblo. No hizo caso de las advertencias de su vieja madre cuando le pidio que aquella noche no saliese, que tenía un mal presagio y que algo malo podría pasarle.

Como tódos los chicos de su edad no le preocupaban las historietas y las leyendas que su madre le contaba, no creia en espiritus, demonios o cualquier cosa que no pudiese ver y tocar.
El se marcho de casa para quedar con una chica, a el le encantaban las chicas y se veia a escondidas con las jovenes del pueblo amenudo. LLegó al punto de encuentro, pero la chica no apareció. Después de varias horas esperando y esperando se decidió por volver a casa puesto que ya eran las tres de la mañana.

Quiso coger un atajo para llegar antes solo tenia que cruzar un pequeño prado donde habia un lavadero y mas adelante a pocos metros ya estaba su casa.
Recorrió rápido el camino, aquella noche de luna clara donde se podía ver todo perfectamente aún sin luz eléctrica. Y cual fúé su sorpresa cuando vió a una chica joven, preciosa con un pelo rojo como el fuego y una cara pálida como el mármol, lavando en aquel río.

Él intentó hablarle se dirió a ella y le preguntó que porque lavaba tan tarde, la chica se giró le miro con sus enormes y verdes ojos y no dijo nada siguió lavando.
Él chico arrogante al ver que no le hacía caso, le dijo que ninguna pobretona como ella podría nunca estar con alguién como él, que él lo tenía todo y ella nada. El chico diciendo esto se marchó a su casa.

Al día siguiente el chico no pudo levantarse de la cama, nunca jamás, una extraña dolencia que impedía moverse o caminar le afecto durante ese día hasta el día de su muerte.

Aquella joven lavandera, no era lo que parecía..... no era ninguna chica inofensiva lavando a la luz de la luna, su enfermedad después de ese dia tampoco fué coincidencia.