lunes, 2 de enero de 2017

EL EXTRAÑO


A  veces no somos conscientes, hasta que es demasiado tarde de lo que vemos… no somos conscientes o no queremos serlo…

Esta historia comienza como siempre, en un pequeño pueblo marinero, nuestros protagonistas son una pareja, una pareja un día cualquiera paseando por el pueblo.

Era una tarde de invierno, no había apenas gente por ningún lado asique disponiéndose a irse a casa se les ocurrió que estaría bien ir hasta el faro, para poder ver el anochecer.

El faro estaba a un par de quilómetros del pueblo lejos de las casas en un lugar solitario, un paisaje precioso, el mar, el monte la luz del faro al anochecer… no tardarían más de cinco minutos en coche, durante el trayecto notaron  que oscurecía muy rápido, en esa época del año era algo muy normal; entre risas, pudieron ver a lo lejos a un pequeño hombrecillo, e extrañaron de ver a alguien allí de paseo a esa hora puesto que no hay luz eléctrica y es un sitio bastante oscuro para pasear de noche… no le dieron la menor importancia hasta que poco a poco al acercarse pudieron verlo con claridad.

Un hombrecillo de no más de 1.60, vestido con un traje negro muy elegante, como salido de un salón francés del siglo XVIII, una complexión delgada, muy delgada blanco como la luz de la luna ellos siguieron su camino… al cruzarse un escalofrío recorrió su cuerpo, el extraño tenía una sonrisa canina enseñando sus incisivos blancos como el marfil, unos ojos oscuros con una mirada penetrante e inquietante….

Ambos siguieron su camino sin mediar palabra hasta llegar al faro, ahí empezaron a darse cuenta de que algo no era normal en aquel hombre, ambos empezaron a asustarse y a discutir sobre lo que hacer puesto que no había otro camino de vuelta al pueblo, tendrían que pasar otra vez y cruzarse con él o quedarse allí corriendo el riesgo de que aquel hombrecillo se les acercase…

Decidieron volver al pueblo, y volver a cruzarse con aquel extraño. Durante el camino podían ver al hombrecillo saltando en medio de la carretera, al acercarse este se apartó situándose en el arcén al lado derecho, a la altura de la chica; esta pudo ver aterrorizada como el hombrecillo sonreía mirándolos, la chica alcanzo a ver sus manos, huesudas blancas como las de un muerto…

  mientras se alejaban pudieron ver por el espejo retrovisor como el hombrecillo pegaba un salto con ambas piernas para volver a quedar hacia el faro….


COSAS PENDIENTES





Para la gente aficionada a todo lo relacionado con el mundo de lo paranormal, o simplemente cualquier persona; alguna vez hemos oído algún relato que narra una aparición de una persona después de su fallecimiento.


Relatos contados que pasan de boca en boca entre unos y otros sin saber muy bien si es real o no, una simple invención, la imaginación de ciertas personas o solo una mentira para asustar a los más chicos, en esta ocasión procederé a narrar algún que otro relato sobre apariciones, como todos mis relatos sucede en un pequeño pueblo.

En una familia como cualquiera, compuesta por una madre, un padre sus dos hijas (de 12 y 6 años respectivamente),  y su abuelo materno. Una familia muy humilde que vivía al día, dedicada pobremente a la agricultura. A duras penas podían permitirse más lujos que unas galletas para las niñas y unos cigarrillos para los hombres de la casa.

Un día al alba se despertaron como era costumbre  y cada miembro de la familia se disponía a realizar sus tareas. Las niñas aquel día salieron temprano para lavar la ropa al río. Después de todo el día trabajando llegaron a casa, y se encontraron la peor noticia que podrían darle, su abuelo, había fallecido, Ambas estaban muy unidas a él y ninguna tuvo la oportunidad de despedirse, puesto que aquella mañana ellas partieron antes de que su abuelo llegase a levantarse. Pasaron varios días desde su fallecimiento y ambas niñas seguían con ese pesar de no poderse haber despedido  de su querido abuelo.

Era una noche de luna, tranquila… y una de las niñas se despertó. Instintivamente se dirigió hasta la ventana para, ante su asombro, ver a su abuelo apoyado en el portal de su casa fumando como hacía siempre que no podía dormir. Ella lejos de sentirse asustada o tener miedo corrió hasta su hermana para despertarla y poder contarle lo que estaba viendo, ambas niñas se acercaron a la ventada y allí estaba su abuelo…  no podían creérselo, ambas niñas estaba completamente paralizadas, la más pequeña abrió la ventana y le gritó a su abuelo, este tranquilamente tiró su cigarrillo al suelo se giró y sonrió cariñosamente, despidiéndose con su mano.

Al amanecer ambas niñas despertaron en sus camas sin recordar lo que había pasado la noche anterior…. Pero ambas recordaban haber podido ver claramente a su abuelo, desde entonces encontraron la paz que necesitaban para poder seguir adelante a pesar de no haber tenido la oportunidad de haberse despedido de su abuelo, al menos en vida.