miércoles, 5 de julio de 2017

La casa del diablo



 

Esta historia cuenta uno de los primeros casos de posesiones documentados en España.

En el pequeño pueblo de San Fiz de Anllóns, durante el año 1899. Vivía en una pequeña casa familiar típica de la época.  Una señora llamada Juliana Rodríguez  junto con su nieta María Cundíns  que por aquel entonces tenía doce años.

Todo era normal en su vida cotidiana, pero algo empezó a llamar la atención de Juliana, por las mañanas cuando se levantaba para empezar con sus quehaceres domésticos notaba como las cosas estaban revueltas, cajones abiertos, objetos tirados por el suelo, los huevos aparecían vacíos y hasta en varias ocasiones pudo ver su ropa adornada con esputos.
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Esto poco a poco hizo que la señora se decidiese visitar al párroco de su pueblo Juan Antonio Combarro  para pedirle ayuda, puesto que cada vez estos sucesos iban a peor.

La mujer le relató el martirio que vivía día a día en esa casa, podía contemplar a menudo como un ser, o algo no humano removía las brasas de la lumbre.

Cuando estaba durmiendo podía sentir claramente como una mano la arañaba, o agarraba del cuello fuertemente.
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Ni su nieta se libraba de aquello, puesto que, ambas eran víctimas de aquel extraño ser.  

La prensa de la época se hizo eco de la noticia, e incluso durante los años posteriores en periódicos como La voz de España, narraban estos sucesos como uno de los primeros casos de posesión diabólica documentados en España.

 Se podría pensar que la gente estaba sugestionada por algún tipo de historia, pero aún faltaban casi cincuenta años para que el padre Carras se hiciese famoso con El Exorcista. Película que caló muy hondo en la población de aquella época.  Sin embargo, esto no tenía nada que ver.

Ni Juliana ni su nieta giraban la cabeza trescientos sesenta grados, ni recitaban salmos en  latín. Pero vivían constantes ataques y agresiones diarias por parte de algo maligno, que les impedía hacer una vida normal.

En principio Juan Antonio Combarro, que no era dado a tales fantasías y cuentos recomendó a la mujer rezar el rosario y asistir asiduamente a misa, pero ante la insistencia de la mujer decidió ir a visitar su casa y efectivamente vió con sus propios ojos aquellos insólitos sucesos que allí acontecían.

Estos hechos los escribió el presbítero Ricardo Sánchez Varela. En  un libro llamado Eva y  María. Fenómenos diabólicos y milagros que demuestran el cumplimiento de la promesa hecha en el paraíso. Publicada en 1925.

Incluso llegó a formarse una comisión de canónigos ordenada por el arzobispo de Santiago, el Cardenal  Martín de Herrera para estudiar el tema.

Numerosos curiosos, vecinos y entendidos sobre la materia se acercaron a ver la casa, y a poder contemplar los fenómenos paranormales que allí sucedían y que durante todo este tiempo se hacían más fuertes.

Ni el prelado se creía tales historias hasta que las escuchó de la boca del propio cura, al que concedió el poder de utilizar exorcismos y remedios de la iglesia.  Se llego a levantar acta notarial, en donde varios testigos como el farmacéutico del pueblo y el mismísimo juez de paz pudieron ver con sus propios ojos lo que sucedía.

Uno de los casos más sorprendentes que pudieron ver, fue que mientras toda esta gente estaba cerca de la lumbre, cayó una piedra de la nada. Todos se sobresaltaron, pero eso no fue nada en comparación a la granizada que cayó de piedras dentro de aquella cocina minutos después.  Fueron juntando las piedras en un montón marcándolas, y mágicamente iban desapareciendo.  Al final de la noche en aquel montón solo quedaban trece piedras.

El boticario estando solo en el exterior de la casa también pudo presenciar un cesto de patatas boca abajo, en donde las patatas que estaban en su interior como por arte de magia no se caían. También fue abofeteado por algo invisible, él y varios testigos de los ya citados.

La anciana murió a los pocos años, y la nieta emigró a America. El exorcismo nunca se llegó a practicar.

Finalmente la casa fue restaurada, y actualmente es una casa de turismo rural muy conocida en la zona.
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