martes, 3 de julio de 2018

Hachishakusama


Hachishakusama, (la dama de ocho pies de altura) es un personaje femenino japonés que al igual que Slenderman (en el que hablaré en otro post), tiene una fuerte atracción por los niños.

Aunque puede aparecerse con múltiples formas, generalmente se aparece como una bella dama de mediana edad, con largos cabellos oscuros, vestida con un sombrero  y un vestido blanco.  Lo que más destaca de ella, por supuesto, es su estatura, ya que, mide entre 2.5 y 3 metros de altura.

Era el último día de clases, y Max estaba emocionado, porque, pasaría, como siempre, el verano en casa de sus abuelos en el pueblo.

Le gustaba mucho la naturaleza, pasar horas en la huerta con su abuelo y merendar sobre la hierba debajo de un viejo sauce aquel riquísimo bizcocho que preparaba su abuela.

Resultado de imagen de hachishakusamaUn día muy caluroso, mientras sus abuelos descansaban viendo la tele, él salió al patio alejándose un poco de la casa, y como hacía demasiada calor decidió ponerse a la sombra debajo de unos setos pulcramente recortados que tenían una altura considerable.

Entretenido en sus cosas, se fijó, en que al otro lado del seto podía ver como sobresalía un sombrero como si alguien estuviese caminando y le sobresaliese la cabeza un poco…

El niño pensó que era una broma o algo porque el seto tenía más de 2m de alto, no había nadie tan algo. En medio de sus pensamientos empezó a escuchar a aquella mujer reírse de forma extraña:

Po, popo, po, popo …

Se asustó y corrió lo más rápido que pudo a casa de sus abuelos.

Estos le preguntaron, que a qué venía tanta prisa y él les conto lo que le había pasado. Los abuelos no le dieron demasiada importancia hasta que el niño imitó el sonido de aquella extraña mujer “popo, po, popo, po”

Su abuela se puso blanca, y su abuelo salió disparado hacía el teléfono diciéndole a su abuela que tenía que hablar inmediatamente con K-san. Cerró la puerta a sus espaldas para que el niño no pudiese oír su conversación y fue entonces cuando su abuela le empezó a contar lo que sabía.

“Hachishakusama, hijo, es eso que has visto, es un ser malvado que cada vez que fija su atención en alguien no tarda mucho en morir… y parece que se ha fijado en ti, es muy grave.

Ella estaba encerrada en el templo del pueblo, su malvada alma reposaba entre cuatro figuras protectoras de Jizo (unas estatuas, amuleto de piedra para proteger a los niños).
Resultado de imagen de amuletos jizo
 

Por algún motivo, se ha escapado de su cárcel y te sigue a ti...

El niño se asustó mucho. Veía como  su abuela le contaba estas cosas mientras las lágrimas recorrían su cara.

Al poco rato, su abuelo llego con una señora de aspecto muy mayor, ella era K-san, una antigua sacerdotisa que prometió ayudarlo para que no le pasase nada malo.

Le dió un pergamino con una oración escrita y le hizo prometer que no se separaría de ella hasta que no terminase el ritual.

El abuelo y la señora K-san, encerraron al niño en una habitación en la parte superior de la casa y con el dejaron, una estatua de buda, un cuenco con sal purificador, algo de comer, cómics y una tele.

 Le explicaron a Max que tenía que estar ahí, hasta las 7 de la mañana, no podía salir por nada del mundo, que nadie de los que allí estaban presentes le hablaría hasta la mañana siguiente.  Si sentía miedo, debía rezar a buda y permanecer lo más tranquilo posible.

El niño, encendió la tele y cuando estaba a punto de quedarse dormido escucho un ruido en el cristal de su ventana, el cristal estaba tapado con papel de periódico y no podía ver nada, pero sabía quien estaba arañando el cristal…

Pronto empezó a escuchar unas risas escalofriantes, po, popo, po, popo… Ahí estaba de nuevo.
Resultado de imagen de hachishakusama 

Se quedó callado y abrazo fuerte al pergamino. A los pocos minutos escuchó a su abuelo decirle “ya está, ven” “sal de ahí, ven con nosotros”

Max, se abalanzó hacía la puerta para abrirla, pero casi al instante se dio cuenta de lo que le había comentado su abuelo, ellos no hablarían hasta las siete… Aunque la voz era la de su abuelo, él no abrió permaneció sentado aterrorizado rezando al buda.

Mientras escuchaba las risas de Hachishakusama en la ventana y sus constantes ruidos po, popo, po.  Se percató de que la sal del cuenco se estaba oscureciendo.

Al final, termina durmiéndose, y a la mañana siguiente se despierta a las 7.15. Ve que la sal del cuenco ahora es completamente negro. Abre la puerta y encuentra a su abuelo esperándole y a su abuela llorando.

Le pregunta a su abuelo si él lo había llamado durante la noche, y este le confirmó que no había sido él. Y que había sido muy valiente al quedarse dentro de la habitación sin salir.

Imagen relacionadaSu abuela lo agarra de un brazo y le dice, que tiene que irse. Lo suben a una furgoneta, la cual conduce K-san, sus abuelos lo acompañan y otros dos señores que no conoce de nada. Le dicen que tiene que mirar al suelo y no abrir los ojos.

La furgoneta arranca bruscamente a toda velocidad saliendo del pueblo. Y Max sentado en el asiento de atrás vuelve a escuchar aquella risa, popo, po, popo.

Cierra los ojos con fuerza, y mientras se alejan K-san empieza a rezar salmos budistas en voz alta.  El único que puede ver a Hachishakusama es Max,  y por el rabillo del ojo se percata de que la extraña mujer esta rascando en los cristales del coche mientras abre su boca de par en par.

Finalmente salen del pueblo, K-san termina sus oraciones. El niño se baja desconcertado y ve a sus padres entre lágrimas esperándolo para llevárselo a casa. Les dan las gracias a sus abuelos y a k-san. Y finalmente hacen prometer a Max que jamás volverá al pueblo.

Y así fue como Max, nunca más volvió al pueblo de sus abuelos.

Se supo al final, que una de las estatuas que custodiaban el espíritu de Hachishakusama se había roto, y los trozos de esta estaban orientados en línea recta a la casa de los abuelos de Max.

Sin duda una leyenda aterradora.