En
Galicia existen numerosas construcciones o casas, que dicen, que están
encantadas, endemoniadas o malditas.
Hoy
hablaré de una, creo, poco conocida. Y es, la casa del miedo de Lariño también conocida como la casa de Cristina.
Esta
casa se sitúa en la provincia de A Coruña
en el ayuntamiento de Muros.
En esta
casa, hace años, vivía una pareja de
ganaderos y agricultores que tenía varios hijos, ella se llamaba Cristina y
tenía una magnífica relación con su marido e hijos.
Con el
paso de los años, sus hijos se fueron a ganarse la vida por el mundo y se
fueron a vivir lejos de aquella pequeña aldea, y los padres quedaron solos.
A pesar
de echar mucho de menos a sus hijos ellos siguieron con su vida en el campo.
Pero a los pocos años, el marido de Cristina enfermó gravemente y no tardó
mucho en fallecer. Dejando así, a Cristina sola.
A
pesar, de que, sus hijos le prometieron que estarían con ella y que irían a
visitarla con asiduidad, estos después del entierro de su padre no volvieron
más al pueblo.
Y así
paso el resto de sus días Cristina, hasta el día de su muerte.
Después
del funeral cuando sus hijos fueron a leer el testamento y a repartirse la
herencia se encontraron con las palabras de disgusto y odio de su madre, que
los inculpaba de haberla abandonado completamente sus últimos años. Así pues, dejó estipulado en sus últimas
voluntades que no quería que vendiesen la casa familiar bajo ningún concepto.
Pero estos,
interesados más por el dinero que por los recuerdos decidieron vender la casa a
una joven pareja.
Resulta
que en cuanto la pareja se mudo a la casa, no paraban de sucederles cosas escalofriantes.
Puertas que se abrían, ruidos estridentes en plena noche, incluso mientras
dormían sentían como alguien le tiraba del pelo o les golpeaban. Hasta que una noche, empezaron a oír gritos y
lamentos provenientes de lo que siempre fue la alcoba de Cristina.
Eso fue
el punto y final, se fueron de aquella casa reclamándoles a los hijos de
Cristina su dinero y se fueron para nunca más volver.
Durante
unos años, la casa quedó cerrada y deshabitada, hasta que unos alemanes movidos
por la curiosidad decidieron comprarla de nuevo. La compraron por simple diversión,
completamente incrédulos de lo que la gente contaba de ella.
Pero,
los alemanes no duraron viviendo en la casa ni una semana. Aunque, actualmente
esa casa es de su propiedad está cerrada y deshabitada, ellos construyeron otra
pequeña casita de madera al lado en donde viven.
Y la
casa del Miedo sigue y seguirá cerrada.