En un
pequeño pueblo, cerca de la costa, vivía un zapatero muy famoso por ser muy
hábil para arreglar o para fabricar todo tipo de zapatos, convivía con su
esposa y con sus hijos, y su profesión era su vida.
Trabajaba durante muchas horas al día para
poder cumplir las exigencias de todos sus clientes, que no eran pocos, la gente
del pueblo llevaba a arreglar sus zapatos al taller del zapatero, e incluso
gente de los pueblos vecinos.
Poco a
poco los años fueron pasando y la salud del zapatero se fue deteriorando, pero
eso no impedía que en los momentos en los que se encontraba algo mejor se
pusiese a trabajar, subela* en mano arreglaba todo lo que le traían lo más
rápido que podía.
(La
subela es una herramienta utilizada por los antiguos zapateros para poder
perforar el cuero, similar a un punzón).
Pero
poco a poco su salud menguó del todo hasta el punto de estar en su lecho de
muerte, cuando sus hijos pasaron a despedirse de su querido padre, este les
pidió algo muy particular; como su trabajo había sido su vida, él quería que lo
enterrasen con su subela en el bolsillo. Sus hijos aceptaron tal petición, era
su padre y querían cumplir su última voluntad, así que cuando este falleció
hicieron lo prometido.
Al
despertar, nuestro zapatero, vió que
estaba en el infierno; había muchos demonios azotando y golpeando a gente,
fuego por todos lados, un calor asfixiante; el siempre se había considerado
buena persona y no entendía que estaba haciendo allí.
Se oyó
la voz de un demonio al fondo recitando nombres en una lista, al lado una gran
cola de personas y al fondo de esta se veía un demonio enorme de varias
toneladas de peso, con una piel rojiza y bastante peludo. El demonio que estaba pasando lista mencionó su
nombre:
- “O
zapateiro da lagoa”, a la cola!
Se puso
a la cola junto a los demás, y a medida que esta se iba reduciendo iba viendo
claramente el ritual que estaban obligados a
hacer en aquel extraño lugar. Ahora veía claramente al demonio gigante
sin pantalones y esperando que uno a uno de los condenados que estaban en la
cola le besara el culo para poder entrar.
Muy
sereno empezó a pensar que hacer…. Se metió la mano en el bolsillo y descubrió
su subela.
Cuando
llego su turno, saco la subela y se la clavo con todas sus fuerzas en el culo.
Un grito
de dolor sobresaltó al demonio, quien dirigiéndose al que estaba pasando lista
le preguntó quien había sido.
El
demonio le contesto que fue el “zapateiro de la lagoa” y el demonio enorme con
mala cara dijo:
-
A este señor no lo quiero en mis dominios, tiene una barba demasiado
dura y no quiero aguantar esto cada día, mándalo fuera de aquí, no lo quiero
ver más!
Y así fue como este simpático zapatero llego
al cielo, y allí estará durante toda la eternidad viviendo en paz y arreglando
zapatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario