Esta
leyenda está muy extendida en toda Galicia, y forma parte de la lista de
leyendas más conocidas para todos los gallegos. Aunque existen variantes de la
misma en diferentes pueblos, unos sitúan los acontecimientos en Lestedo otras
en Pexeiros, Cuqueixos y otros incluso en algún pueblo del Baixo Limia. Como todas las leyendas tienen una base común
aunque dependiendo del lugar donde se escuche tal leyenda variará un poco.
Cuenta
la historia, que en un pequeño pueblo de Galicia, durante la Edad Media; había
un hermoso y lujoso castillo en lo alto de una rocosa montaña, coronando la
cima de esta. Un poco más abajo en el valle, había una serie de pequeños
pueblos en donde sus habitantes malvivían pasando hambre y toda clase de
penurias. Por culpa de la malvada reina, que habitaba en dicho castillo.
La llamaban
la Reina Loba “A Raiña Lupa” puesto que, aunque era una bella y delicada mujer,
también era la persona más cruel, rencorosa y soberbia que habían conocido
aquellas gentes nunca. Ella exigía a los
pueblos vecinos que todos los días, tenían que traerle un buey, una vaca, un
cerdo, o un carro de comida; para así saciarse con los más lujosos
manjares. Tanto ella como sus
súbditos. Consideraba a los pueblerinos
sus esclavos, y si estos no pagaban lo acordado; ella arrasaría sus cosechas,
les prendería fuego, los perseguiría hasta asesinarlos a ellos y a sus hijos.
Debido
al gran temor que infundía por toda la zona ningún pueblo nunca se negó a darle
lo que pedía, aunque para eso tuviesen que pasar hambre durante largas
temporadas.
Un día
el pueblo de Figueirós era el encargado de darle su tributo a la reina como
siempre habían hecho, pero era un año de escasas cosechas y no podían hacer
frente a eso. Entonces acordaron entre
todos que no le llevarían la comida a la reina aunque eso les costase la vida.
Y puesto que, iban a morir, lo harían luchando hasta su último aliento.
Durante
la noche, armados con lanzas, piedras, flechas y útiles del campo; se dirigieron
hacia lo alto del castillo.
Allí
tanto la reina como sus guardias descansaban plácidamente, descuidando por
completo la guardia del castillo, ya que nunca nadie había osado interrumpir en
él. La reina segura del terror que infundía entre todos los habitantes de los
pueblos vecinos, nunca se preocupó por la seguridad en el castillo. Y así fue como
los campesinos pertrechados con sus rústicas armas entraron al castillo y
mataron a la guardia de la reina.
Ésta,
asustada, corrió escaleras arriba para refugiarse en el torreón más alto del
castillo, pensando que la gruesa puerta de madera la protegería. Pero no fue así,
la puerta cedió y ella en vez de rendirse, ella era una reina y moriría como
tal. Se arrojó desde la torre, muriendo aplastada contra las rocas que había
debajo.
Desde
aquel día se rindió homenaje al pueblo de Figueirós por su valentía.
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