El
origen del Magosto.
Es una
fiesta de origen pagana que posteriormente fue cristianizada, y, como todas las
fiestas de carácter agrario, posiblemente se sitúe en la prehistoria, cuando el
ser humano va adquiriendo consciencia individual y social.
Es una
festividad relacionada con la fecundidad, de ahí su estrecha relación con el
fuego, representando al sol, dios fecundador de la tierra.
Pues
bien, el Magosto se trata de una comida comunitaria y ritual, con la cual se
pretendía unir lazos comunitarios con los vecinos en el mundo rural gallego,
tiene un carácter alegre y de acción de gracias por las cosechas y frutos
recogidos, así como, a los castaños y castañas.
Con el
paso del tiempo, fue cristianizada, y empezó a asociarse con la festividad de Todos
los Santos el 1 de noviembre, por ser una comida que simboliza la muerte del
ciclo solar anual.
Según
las creencias, la castaña era un símbolo del alma de los difuntos,
tradicionalmente, castaña y difuntos aparecen asociados a las fiestas de los
magostos. Se entiende que cada castaña
que te comas es un alma liberada del purgatorio. También es costumbre dejar
algunas castañas asadas después del magosto, en la brasa de las hogueras para
que las almas de los difuntos, pudiesen calentarse y comer castañas.
Los encargados en los cementerios de abrir y limpiar las
sepulturas , muchas veces han encontrado cajas en donde pusieron castañas, que
pusieron las “ánimas nuevas para las ánimas viejas”. Según el viajero ingles
Swinbume del siglo XIII, la gente de Galicia comía las castañas la víspera de
los Fieles Difuntos con la fe de que cada una libraba un alma del purgatorio.
Murguía
(escritor e historiador gallego) decía que la fiesta del magosto era como un
banquete funerario en el cual se simbolizaba la muerte y la vida.
Aunque
hoy en día se celebra de forma particular en casas privadas, en las propias
cocinas; la tradición dicta, que el lugar para celebrarlos son los montes, en algún
descampado o cruce de caminos donde el fuego no pueda causar ningún daño.
Entre
todos se organizarán para llevar cada un alguna cosa y así asegurarse de que no
falte de nada. En esta merienda-cena lo esencial, son las castañas, que se asan
a la brasa acompañadas siempre por un buen vaso de vino de la casa, junto con
otros manjares típicos de esta época del año como son chorizos, pan y hasta alguna patata asada.
Después de esta copiosa comida, habrá música popular, bailes, y cantos.
Tampoco faltaran los juegos tradicionales, cuentos de ánimas monstruos al lado de la hoguera.
Los
niños no faltarán a su divertido costumbre: cogerán ceniza, o algún carbón y se
pintarán las caras los unos a los otros, broma que después repetirán con los
adultos.
La
gente mayor los mira una y otra vez sin reconocerlos. Durante algunas festividades como San Juan los muertos
salen de su espacio de residencia, el espacio salvaje; para invadir el espacio
urbano; pero por el contrario, el día
del magosto, los vivos dejan su espacio urbano para invadir el espacio salvaje,
que es el de los muertos. .
Y así,
entre carreras, gritos, cáscaras de castaña, rodajas de chorizo, interminables
charlas y tragos irá transcurriendo una noche especial que, al lado del fuego, un
gallego se reencuentra con las
costumbres de sus antepasados haciendo así que queden unidos mediante esta
tradición.
EL
magosto está vinculado al Samaín la festividad de los difuntos. Existe en muchos puntos de Europa como Irlanda
y los países nórdicos. Aunque existen
varios tipos de celebraciones dependiendo de la zona.
El día del Samaín los celtas encendían el
primer fuego, origen de todos los fuegos del invierno. Con él, se encendían a
su vez todos los fuegos del pueblo.
En algunos lugares, se va a cenar al cementerio rosquillas o
algún tipo de refrigerio típico de la época del año.
En Galicia, por la
estrecha tradición que los celtas tenían
con la naturaleza (ellos no poseían templos, su templo era la propia
naturaleza) se celebraba en los bosques.
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