Hachishakusama,
(la dama de ocho pies de altura) es un personaje femenino japonés que al igual
que Slenderman (en el que hablaré en otro post), tiene una fuerte atracción por
los niños.
Aunque
puede aparecerse con múltiples formas, generalmente se aparece como una bella
dama de mediana edad, con largos cabellos oscuros, vestida con un sombrero y un vestido blanco. Lo que más destaca de ella, por supuesto, es
su estatura, ya que, mide entre 2.5 y 3 metros de altura.
Era el
último día de clases, y Max estaba emocionado, porque, pasaría, como siempre,
el verano en casa de sus abuelos en el pueblo.
Le
gustaba mucho la naturaleza, pasar horas en la huerta con su abuelo y merendar
sobre la hierba debajo de un viejo sauce aquel riquísimo bizcocho que preparaba
su abuela.
Un día
muy caluroso, mientras sus abuelos descansaban viendo la tele, él salió al
patio alejándose un poco de la casa, y como hacía demasiada calor decidió
ponerse a la sombra debajo de unos setos pulcramente recortados que tenían una
altura considerable.
Entretenido
en sus cosas, se fijó, en que al otro lado del seto podía ver como sobresalía
un sombrero como si alguien estuviese caminando y le sobresaliese la cabeza un
poco…
El niño
pensó que era una broma o algo porque el seto tenía más de 2m de alto, no había
nadie tan algo. En medio de sus pensamientos empezó a escuchar a aquella mujer reírse
de forma extraña:
Po,
popo, po, popo …
Se
asustó y corrió lo más rápido que pudo a casa de sus abuelos.
Estos
le preguntaron, que a qué venía tanta prisa y él les conto lo que le había
pasado. Los abuelos no le dieron demasiada importancia hasta que el niño imitó
el sonido de aquella extraña mujer “popo, po, popo, po”
Su
abuela se puso blanca, y su abuelo salió disparado hacía el teléfono diciéndole
a su abuela que tenía que hablar inmediatamente con K-san. Cerró la puerta a sus
espaldas para que el niño no pudiese oír su conversación y fue entonces cuando
su abuela le empezó a contar lo que sabía.
“Hachishakusama,
hijo, es eso que has visto, es un ser malvado que cada vez que fija su atención
en alguien no tarda mucho en morir… y parece que se ha fijado en ti, es muy
grave.
Ella
estaba encerrada en el templo del pueblo, su malvada alma reposaba entre cuatro
figuras protectoras de Jizo (unas estatuas, amuleto de piedra para proteger a
los niños).
Por
algún motivo, se ha escapado de su cárcel y te sigue a ti...
El niño
se asustó mucho. Veía como su abuela le
contaba estas cosas mientras las lágrimas recorrían su cara.
Al poco
rato, su abuelo llego con una señora de aspecto muy mayor, ella era K-san, una
antigua sacerdotisa que prometió ayudarlo para que no le pasase nada malo.
Le dió un
pergamino con una oración escrita y le hizo prometer que no se separaría de
ella hasta que no terminase el ritual.
El
abuelo y la señora K-san, encerraron al niño en una habitación en la parte
superior de la casa y con el dejaron, una estatua de buda, un cuenco con sal
purificador, algo de comer, cómics y una tele.
Le explicaron a Max que tenía que estar ahí,
hasta las 7 de la mañana, no podía salir por nada del mundo, que nadie de los
que allí estaban presentes le hablaría hasta la mañana siguiente. Si sentía miedo, debía rezar a buda y
permanecer lo más tranquilo posible.
El niño,
encendió la tele y cuando estaba a punto de quedarse dormido escucho un ruido
en el cristal de su ventana, el cristal estaba tapado con papel de periódico y
no podía ver nada, pero sabía quien estaba arañando el cristal…
Pronto empezó
a escuchar unas risas escalofriantes, po, popo, po, popo… Ahí estaba de nuevo.
Se
quedó callado y abrazo fuerte al pergamino. A los pocos minutos escuchó a su
abuelo decirle “ya está, ven” “sal de ahí, ven con nosotros”
Max, se
abalanzó hacía la puerta para abrirla, pero casi al instante se dio cuenta de
lo que le había comentado su abuelo, ellos no hablarían hasta las siete… Aunque
la voz era la de su abuelo, él no abrió permaneció sentado aterrorizado rezando
al buda.
Mientras
escuchaba las risas de Hachishakusama en la ventana y sus constantes ruidos po,
popo, po. Se percató de que la sal del
cuenco se estaba oscureciendo.
Al
final, termina durmiéndose, y a la mañana siguiente se despierta a las 7.15. Ve
que la sal del cuenco ahora es completamente negro. Abre la puerta y encuentra
a su abuelo esperándole y a su abuela llorando.
Le
pregunta a su abuelo si él lo había llamado durante la noche, y este le
confirmó que no había sido él. Y que había sido muy valiente al quedarse dentro
de la habitación sin salir.
Su
abuela lo agarra de un brazo y le dice, que tiene que irse. Lo suben a una
furgoneta, la cual conduce K-san, sus abuelos lo acompañan y otros dos señores
que no conoce de nada. Le dicen que tiene que mirar al suelo y no abrir los
ojos.
La
furgoneta arranca bruscamente a toda velocidad saliendo del pueblo. Y Max
sentado en el asiento de atrás vuelve a escuchar aquella risa, popo, po, popo.
Cierra
los ojos con fuerza, y mientras se alejan K-san empieza a rezar salmos budistas
en voz alta. El único que puede ver a
Hachishakusama es Max, y por el rabillo
del ojo se percata de que la extraña mujer esta rascando en los cristales del
coche mientras abre su boca de par en par.
Finalmente
salen del pueblo, K-san termina sus oraciones. El niño se baja desconcertado y
ve a sus padres entre lágrimas esperándolo para llevárselo a casa. Les dan las
gracias a sus abuelos y a k-san. Y finalmente hacen prometer a Max que jamás
volverá al pueblo.
Y así
fue como Max, nunca más volvió al pueblo de sus abuelos.
Se supo
al final, que una de las estatuas que custodiaban el espíritu de Hachishakusama
se había roto, y los trozos de esta estaban orientados en línea recta a la casa
de los abuelos de Max.
Sin
duda una leyenda aterradora.
ME ENCANTO LA HISTORIA
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