En un
pequeño y próspero condado llamado Bría y situado al norte de Galicia, vivían
una multitud de campesinos y pequeños ganaderos gobernados por un bondadoso
Rey; el Rei Cintolo.
El Rei
Cintolo, tenía una hermosa hija llamada Xila; una hermosa joven de pelo dorado
y ojos tan azules como el mar. Xila tenía numerosos pretendientes pero a
pesar de eso de quien verdaderamente estaba enamorada era de Uxío, un conde muy
apuesto y noble, pero de escasas riquezas.
Uxío
era un joven apuesto, sencillo y muy leal. Pero a diferencia de los demás
caballeros que Xila conocía no era bruto, rudo y sanguinario... era todo lo
contrarío, una persona amable y muy sensible. Por eso, no era de extrañar que
la preciosa Xila se fijase en el.
Él amor
era correspondido, ambos se querían con locura. El rey estaba encantado, lo que
más quería en el mundo era ver a su hija feliz.
A los
pocos meses, las tubas del palacio retumbaban anunciando en enlace entre la
princesa Xila y el conde Uxío. Celebraron la noticia con un gran banquete
invitando a todo el pueblo.
Pero
toda esta felicidad se truncó a los pocos días al aparecer en Bría. Manilán; un malvado y poderoso hechicero, el
cual, dirigiéndose al Rei Cintolo:
“¡Cintolo!, he llegado hasta aquí después de
una larga travesía sólo para poder casarme con tu hija, se habla de su belleza más allá de las montañas.
Pero los rumores se quedan cortos ante la belleza real de su hija, así pues, le
comunico mi intención de casarme con ella y llevarla lejos de aquí, a mi
tierra.
Si su majestad, interfiere en mis planes le
diré que con un pequeño hechizo destruiré Bría, y a todos sus habitantes.”
Uxío al
oír esto, partió hacia el campamento del hechicero y lo retó a un combate a
muerte.
Al
amanecer, ambos empuñando sus espadas se enzarzaron en una dura batalla, donde
sólo uno de ellos saldría con vida.
Y así fue,
Uxío consiguió arrancarle la espada de las manos en un duro golpe, pero, con su
último aliento Manilán conjuró algo…
Uxío
partió rápido y feliz a reunirse con su amada, pero al llegar al pueblo
contempló con horror que no había nada. Ni casas, ni la iglesia, ni el castillo solo un agujero, la entrada de
una cueva enorme.
Se
adentró desesperado en ella en busca de Xila, pero nunca más se supo de él.
Actualmente,
estas cuevas se encuentran en la parroquia de Argomoso, y pertenecen al
municipio lucense de Mondoñedo y son conocidas como La cueva del Rei Cintolo.
Son las
cuevas naturales más grandes de Galicia, con aproximadamente 6.500m de longitud
y la única virgen de España.
Muchos
parroquianos cuentan que, en los días fríos y lluviosos de invierno todavía se
puede ver a Xila, sentada en una piedra en la entrada de la cueva peinando su
cabello lacio y dorado. A la espera, de que alguien rompa el hechizo que confinó
a ella y a su pueblo en aquella cueva maldita.
Él que
logre romper el hechizo, vivirá con abundancia y riquezas el resto de su vida.
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